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Judiciales
Vergüenza ajena. Los “doctos”, parientes de los jueces, elegidos por el STJ piden un curso para aprender
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Lunes, 9 de febrero de 2015

Corrientes (9-2-15): Fueron al Chaco por asesoramiento, los devolvieron con diplomacia. Piden capacitación que cuesta $24 mil. ¿hay garantías de los informes forenses?

Nuevas imprevistas deri­vaciones ha experimentado el proceso de incorporación de un grupo de profesiona­les (de distintas disciplinas) al Instituto Médico Forense del Poder Judicial de la pro­vincia, que llegaron al cargo luego de un vidrioso con­curso definido por sus pa­rientes directos, los minis­tros del Superior Tribunal de Justicia.
Sucede que ade­más de las peculiaridades que rodearon a la selección, nombramiento y jura de los “doctos”, lo que ya motivó una serie de reclamos admi­nistrativos, impugnaciones y hasta un pedido de juicio político que se cursa en la Legislatura provincial, hay que agregar ahora los in­convenientes suscitados en el gabinete donde hubo que hacerle lugar a la parentela. El clima no es bueno y las garantías del trabajo (cien­tífico) entraron en un cono de sombra. No es un dato alentador.

No sería problema si sólo fuese una cuestión de espa­cio o de protagonismo, por un (lógico) celo profesional, pero el punto es que los nue­vos “forenses” -ganadores del concurso- tienen difi­cultades para cumplir con la tarea y asegurar así la efica­cia de sus informes, que son clave para un proceso judi­cial. Por decirlo de una ma­nera académica, tienen li­mitaciones para aprovechar en plenitud el equipamiento con el que cuenta el Institu­to Médico Forense para rea­lizar los estudios derivados de una autopsia. Determina­dos peritajes no pueden (o no saben) hacerlos.

Por esta razón los “profe­sionales”, parientes y ami­gos de los superiores, a po­cos días de llegar al cargo, pidieron permiso y fueron a Resistencia en procura de alguna capacitación. Según pudo saber este diario, los bioquímicos Mirta Susa­na Guckert y Jorge Sebas­tián Reimer estuvieron en el Instituto de Medicina y Ciencias Forenses del Po­der Judicial del Chaco, que tiene igual y hasta mejores equipos que Corrientes. Allí recibieron una charla de instrucción de un par de ho­ras y luego los despacharon agradeciéndoles la visita.

Todo hace presumir que la “gauchada” de los espe­cialistas del otro lado del Paraná no alcanzó, y como consecuencia los bioquí­micos necesitan un curso de aprendizaje, formal e in­tensivo. Ya pidieron presu­puesto y el seminario de tres días cuesta la friolera de 24 mil pesos. Está pendiente de aprobación por parte del Su­perior Tribunal.

En resumen, los “doctos” no sólo cargan con la mácula de un concurso cuestiona­do, de su condicción de fa­miliares de “Vuestras Exce­lencias” los ministros, sino que además requieren de formación para poder cum­plir con la tarea científico-técnica que les toca y para la cual fueron seleccionados, luego de una -presunta- concienzuda evaluación.

Don Guillermo Horacio Semhan, presidente del STJ, tendrá que ser muy didáctico para justificar esta nueva situación (no es el único detalle pen­diente de explicación). Sobre su escritorio está el pedido que firmaron Guc­kert y Reimer para traer a los especialistas que le da­rán una charla de “capaci­tación y asesoramiento” en el uso de un equipo que ya funciona en el laboratorio. El cursillo tiene un valor de $23.788,40 (IVA incluido). Es para una materia específica con un equipo determina­do, cualquier pedido adi­cional se factura aparte. Es de esperar que los “doctos” tengan claro todo lo demás, sino habrá nuevos cursos y más desembolsos.

¿Por qué no les enseñan sus colegas del Instituto Médico Forense? La pregunta no tiene respuesta formal, pero hay razones fundadas que no salen a la luz.
En el Instituto nadie abre la boca y los teléfonos están cerrados, pero la atmósfera interior es espesa. Este diario intentó sin éxito conse­guir una voz que ilumine el camino y sólo encontró pis­tas que conducen a la vieja casona de los Nalda, donde habitan los “superiores”. Dicen que la relación entre los profesionales de carrera y los recién llegados no es buena, de hecho los bioquímicos plantearon formal­mente una queja contra sus colegas en su pedido de ca­pacitación.

En el Chaco, NORTE en­contró la punta del ovillo. En el Instituto de Medici­na Científica de la Justicia chaqueña expusieron -por escrito- las limitaciones de los bioquímicos correnti­nos, al decir que fueron allí a “familiarizarse e interio­rizarse sobre diversos as­pectos técnico-científicos relacionados con meto­dologías analíticas de uso habitual en la práctica fo­rense”. No hace falta deco­dificar el mensaje: no saben lo que tendrían que saber. Luego de esto surgió el pe­dido de capacitación.

Una calificada fuente del Superior Tribunal de Justi­cia de Corrientes confirmó a este diario que la semana pasada entró una nota del Instituto Médico Forense en la que los bioquímicos recientemente nombrados, Mirta Guckert y Sebastián Reimer piden un curso de capacitación y asesora­miento con especialistas de una firma de Buenos Aires. Mientras los “superiores” aprueban la solicitud, la ló­gica lleva a suponer que es­tos profesionales no pueden prestar servicio, al menos integralmente. Si estuviesen al frente del laboratorio fo­rense (que es el respaldo de la investigación judicial) se­ría un riesgo, de consecuen­cias impredecibles.
Suena horrible, pero la realidad marca que los nue­vos profesionales del Insti­tuto Médico Forense tiene únicamente familiaridad con “Vuestras Excelencias”, pues no están “familiariza­dos” con el trabajo para el que fueron seleccionados. Es grave, de eso dependen muchas causas judiciales.

La parentela

El batifondo por el pro­cedimiento de selección de profesionales para el Instituto Médico Foren­se, que extrañamente benefició a familiares de los miembros del Supe­rior Tribunal de Justicia, viene desde el año pasa­do y sigue enhebrando capítulos desopilantes. El último fue el acto de toma de juramento que se organizó, rompiendo todas las costumbres, en plena feria judicial. Se hizo el lunes 26 de enero. Antes, uno de los ministros rechazó una impugnación contra las designaciones, cuando no estaba en funciones.

La discusión se centra en que fueron nombra­dos: la ginecóloga Ivone Niz (hija del ministro Fernando Niz); el bio­químico Jorge Sebastián Reimer (yerno del mi­nistro Fernando Niz); el psiquiatra José María Chaín (hermano del mi­nistro Alejandro Chaín); el médico Reinaldo So­telo (hermano del fiscal general César Sotelo) y la bioquímica Mirta Guckert, que es jefa de Química Legal de la Poli­cía de Corrientes.

Es importante aclarar que el médico Sotelo no juró con el resto de los profesionales y hasta donde se sabe aún no tomó posesión del cargo. Los demás fueron incor­porados desde el primer día hábil de febrero. Hay una serie de planteos que están pendientes de resolución.


Lunes, 9 de febrero de 2015

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