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Política - Opinión
A poco tiempo de las elecciones la UCR aparece más debilitada que nunca
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Sábado, 28 de febrero de 2015

(28-2-15): En el radicalismo no se discuten plataformas políticas ni ideologías. Sólo se debate a qué candidato apoyar para salvar lo poco que les queda. El 14 de marzo, la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical (UCR) se reunirá en Gualeguaychú, Entre Ríos. Allí definirá qué hará la centenaria fuerza política de cara a las elecciones presidenciales de 2015. Son tres las opciones: mantenerse dentro de la destartalada alianza UNEN; sumarse al frente encabezado por el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri; o encolumnarse detrás del diputado nacional peronista Sergio Massa.

A esta altura, el tradicional partido no cuenta ni con unanimidad de criterios puertas adentro ni con reflejos políticos. Sólo parece que en un punto todos están de acuerdo: salvar las ropas prendidos del saco de otro candidato.

La debacle del partido de Alem e Yrigoyen parece no tener freno. Sólo cuenta con un gobernador: el correntino Ricardo Colombi. Y se perfila como una fuerza sin un candidato que concite la atención o que logre consenso dentro de sus propias filas, con refererntes más preocupados por un “sálvese quien pueda” que por hacer flamear en alto las banderas de la UCR, como lo hicieron décadas atrás Raúl Alfosnín y Ricardo Balbín, éste último incluso sin poder acceder al “sillón de Rivadavia”.

En una reciente entrevista periodística, el Secretario General de la Gobernación, Carlos Vignolo, comentó – ante el requerimiento de los hombres de prensa – que no hay que pensar en “Macri o Massa” sino en “Macri y Massa”. Es como si no les importara la diferencia entre uno y otro, cuál es el perfil político de cada candidato, qué pretenden para el futuro del país, tampoco sus plataformas o sus conceptos institucionales. Al parecer, lo único de real valor es la suma de votos o acompañar a aquel que podría ser el sucesor de Cristina Kirchner sin tener en cuenta que es probable que nada los una ideologicamente.

¿Qué tienen en común el socialista Hermes Binner, un Macri volcado hacia la centroderecha o el peronista Massa? Casi nada. ¿Cómo es posible que el radicalismo discuta cantidad de votos y no covergencias ideológicas y políticas?

Pero no es nuevo en la UCR. En 2007, el por entonces titular del radicalismo, Gerardo Morales, acampañó como candidato a vicepresidente a Roberto Lavagna, ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner. Sólo un par de meses después, el senador jujeño criticó duramente al hombre de los números por el acercamiento de éste último con el fallecido ex presidente para cimentar al peronismo nacional. Por aquel entonces, la UCR olvidó sus orígenes y sólo vio la necesidad electoral.

En 2011, el candidato radical a la presidencia Ricardo Alfonsín cerró un acuerdo con el peronista opositor Francisco De Narváez y éste último fue candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Fue tan resistido esta relación que gran número de sus correligionarios le dieron la espalda en las elecciones nacionales, entre ellos los correntinos quenes ni siquiera lo pusieron en el armado de las boletas y los candidatos locales fueron por separado al hombre de Chascomús. En las PASO Alfonsín había salido segundo, en las presidenciales, tercero.

¿En qué quedó la frase de Leando Alem: “que se rompa pero que no se doble”?


Sábado, 28 de febrero de 2015

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