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Política - Economía
El anticipo de lo que viene
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Miércoles, 25 de noviembre de 2015

(25-11-15): La expectativa de devaluación sigue empujando los precios. Harina, carnes, insumos para la alimentación, papel, tintas y otros elementos industriales se encarecen por el accionar de grupos dominantes, que sacan ventaja de la situación.

Productores de alimentos envasados, panaderías y fábricas de pastas fueron informados, entre lunes y martes de esta semana, de un nuevo ajuste en el precio de la bolsa de harina, que la llevó por encima de los 200 pesos, cuando un mes atrás se pagaba 136 (incremento del 50 por ciento). También hubo subas “preventivas” en carnicerías este fin de semana, con ajustes en los precios por parte de los faenadores del 10 al 15 por ciento. Algunos aceites especiales que se utilizan para elaboración de alimentos industriales también aumentaron ayer un 10 por ciento. En el sector de imprentas recibieron aviso de aumentos del 17 al 20 por ciento en cartulinas y tintas importadas entre el viernes 20 y ayer, y de una nueva suba en las planchas que se utilizan para imprimir en el día de ayer, que ya acumulan el 40 por ciento en un mes. En supermercados, los productos de Precios Cuidados respetan los precios acordados (con incrementos del 6 al 8 por ciento a principios de noviembre) pero no se entregan en cantidad suficiente, con faltantes de hasta un 50 por ciento. Por otra parte, se comentó que dos de las cadenas grandes de hipermercados interrumpieron la compra de zapatos de fabricación nacional desde la semana anterior. Con la previsión de una megadevaluación en mente, las condiciones de comercialización de productos masivos y el abastecimiento de insumos comenzaron “el cambio”. Hay “más diálogo” que antes, pero entre proveedores y compradores para informar las nuevas listas de precios, una práctica que volvió a ser cotidiana, como no se veía desde fines de los 80.

En la alianza que encabeza el PRO, que se dispone a asumir el gobierno el próximo 10 de diciembre, todavía se debate la oportunidad de la unificación cambiaria y el probable valor que alcanzaría el dólar de liberarse el mercado. Hasta hace diez días, se daba por sentado que ese valor se ubicaría entre 15 y 16 pesos, y sólo su vigencia sería suficiente para aquietar las aguas. Se evaluaba, además, que no tendría impacto inflacionario, porque los formadores de precios ya habrían “incorporado” ese valor de referencia a sus costos. Sin embargo, los días posteriores mostraron otra realidad, al generalizarse los aumentos de precios en diversas ramas adelantándose a la devaluación anunciada.

Las carnicerías empezaron a recibir los cortes de hacienda vacuna, esta semana, con aumentos del 5 al 8 por ciento, que se acumula a otros del 10 por ciento de las semanas anteriores. Las cajones de pollos también vienen con subas del 10 por ciento. La carne de cerdo acompañaría este corrimiento de precios en los próximos días, se anticipa.

En las imprentas se vive una situación similar a la de que atraviesan otras ramas de actividad con sus respectivos insumos. Los papeles importados y las cartulinas “empezaron a desaparecer”: ante cualquier pedido, las firmas proveedoras en muchos casos aducen que “no hay stock”, o satisfacen una parte de la cantidad pedida, y sólo previa entrega del cheque de cancelación del pago, lo cual implica un cambio en las condiciones habituales.

El diferencial de precios entre los papeles de origen importado, con respecto a los de producción nacional, se estiró en estos días al 60 por ciento, cuando el año pasado no pasaba del 5 por ciento, consecuencia del “traslado anticipado” a precios de la devaluación anunciada. Sólo en las últimas dos semanas, las tintas y cartulinas importadas aumentaron entre 15 y 20 por ciento. Las planchas de impresión, de origen japonés o chino, se encarecieron en un 37 por ciento. En tanto que los papeles en color de origen nacional tuvieron aumentos menores pero se restringieron las entregas, con la indudable intención de “estoquear” hasta ver qué pasa a partir del 10 de diciembre.

Descartada la interpretación de que la devaluación ya estaba “incorporada” a los costos, algunos sectores del futuro oficialismo empezaron a ver sin tanto desagrado que los aumentos se produjeran ahora y no después del 10 de diciembre. Se había llegado a esperar que hubiera una señal de “prudencia” de parte de los sectores dominantes formadores de precios, atenuando el impacto inflacionario como gesto hacia el nuevo gobierno (del que claramente serán parte, como lo refleja la probable composición del futuro gabinete). Los hechos demuestran que no hay pacto ni señal: los grupos controlantes de los mercados clave (como fabricantes o importadores) han tomado la iniciativa para ganar posiciones anticipadamente en la redistribución de ingresos que provoca la devaluación. Más allá del dudoso resultado que se pueda conseguir echándole la culpa a “la herencia del gobierno que se fue”, la secuencia de suba de precios amenaza dejar una situación de tensión de precios y puja distributiva bajo la alfombra del nuevo gobierno. No parece el mejor arranque.


Miércoles, 25 de noviembre de 2015

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