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Política
“Bolsonaro está loco, es un peligro para Brasil”, dice su (¿ex?) secretario general de la Presidencia
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Martes, 19 de febrero de 2019

Brasilia (19-2-19): Con un pie afuera del gabinete, el ex mano derecha amenaza y critica duramente al presidente de Brasil. Como si las denuncias de corrupción y complicidad con el crimen organizado contra su hijo Flávio, el “cero uno” de la familia presidencial, no fuesen suficientes, Jair Bolsonaro enfrenta en estos días una grave crisis de gabinete, después de echar a su secretario general de la Presidencia (aunque, esta mañana, el Diario Oficial aún no traía su renuncia), exjefe de campaña y expresidente de su propio partido, Gustavo Bebianno.

Aliado del ala menos ideológica del gobierno, Bebianno dejaría el cargo después de ser acusado de desvío de dinero durante la campaña y tras una fuerte pelea pública con Carlos Bolsonaro, el hijo “cero dos”, alineado con el ala más fanática, el “olavismo”. Las internas del gobierno están al rojo vivo y, en el segundo mes de gestión, el ministro deja el cargo amenazando con contar todo lo que sabe, acusando al presidente de traidor y poniendo en duda su salud mental.

Todo comenzó con la denuncia, publicada por el diario Folha de S. Pablo, de desvío de dinero público del fondo electoral durante la última campaña, que involucraba a al menos dos ministros: Bebianno, secretario general de la Presidencia, y Marcelo Álvaro Antônio, ministro de Turismo. Antônio, presidente del PSL –partido por el que Bolsonaro fue candidato a la Presidencia– en el estado de Minas Gerais, habría desviado 279 mil reales a través de candidaturas truchas, usadas apenas para justificar los fondos en la rendición de cuentas.

A pesar de todo el dinero que declararon haber gastado, ninguna de ellas tuvo más de mil votos. Bebianno, expresidente nacional del partido, habría desviado 650 mil reales a través de dos candidatas truchas del estado de Pernambuco. Maria de Lourdes Paixão, que obtuvo apenas 274 votos, recibió 400 mil reales del fondo electoral. Otros 250 mil fueron para la campaña de Érika Siqueira Santos, una ex asesora del PSL que, a pesar de haber gastado, supuestamente, un cuarto de millón de reales, sacó 1315 votos.

Parte de ese dinero fue usado para pagar a una imprenta que ni siquiera tiene máquinas de impresiónpara realizar un trabajo de esa envergadura. Por otro lado, durante la gestión de Bebianno al frente del partido, más de 1 millón de reales habrían sido desviados con facturas de una empresa de otro dirigente.

El uso de “candidaturas naranjas”, color que identifica a los testaferros (como Queiroz, el “asesor naranja” de Flávio Bolsonaro), no es una novedad en la política brasileña. De acuerdo con una investigación del noticiero de la TV Globo, en la última elección hubo al menos 51, que sirvieron para desviar toneladas de dinero.

Las denuncias contra Bebianno cayeron como una bomba en el Palacio del Planalto, mientras el presidente aún se recuperaba de una cirugía en el Hospital Israelita Albert Einstein y sus principales colaboradores libraban una guerra para ver quién mandaba. No se trataba de cualquier ministro, sino de uno de los principales articuladores políticos de un gobierno que parece no tener, aún, una dirección clara hacia algún lugar. Además, había sido jefe de campaña y presidente del partido oficial, de modo que conocía todos los manejos de dinero de la campaña electoral.

“No hay ninguna crisis, hoy hablé tres veces con el presidente”, dijo Bebianno a los medios el pasado miércoles, negando las acusaciones y asegurando que seguiría en el cargo. Pero, sorprendentemente, fue desmentido a través de Twitter por uno de los hijos de Bolsonaro, Carlos, concejal en Río de Janeiro y jefe de hecho de la comunicación presidencial.

“Cero dos”, el único de los hijos del presidente que estuvo con él y con la primera dama en el Rolls-Royce usado en la ceremonia oficial de asunción, tuiteó que el ministro era un mentiroso y, para dejarlo claro, publicó un audio en el que su padre le dice a Bebianno: “Mirá, Gustavo, está complicado para mí conversar, así que no vamos a hablar” y le desea “suerte”. Luego, el mensaje fue retuiteado por la cuenta del propio Jair Bolsonaro, aunque es difícil saber si fue él mismo que lo hizo, ya que su hijo Carlos siempre tuvo la contraseña. En una entrevista emitida por la TV Record, canal de televisión de la Iglesia Universal del Reino de Dios que viene cumpliendo el papel de medio oficial de propaganda del gobierno, el presidente dijo que, si se comprobaban las denuncias, el ministro tendría que irse.

Todo lo que pasó a continuación fue surrealista. Bebbiano le hizo escuchar a un periodista audios de conversaciones con el presidente y, a través de diferentes interlocutores, comenzó a mandar mensajes amenazadores al gobierno que fueron levantados por la prensa y coparon las redes sociales. Dijo que el presidente tenía miedo de que las denuncias lo salpicara, y también habría advertido a interlocutores del gobierno: “Si yo caigo, Bolsonaro también cae”. En un hecho inédito, el secretario general de la Presidencia dejaba trascender por la prensa una amenaza directa contra el presidente para no ser echado del cargo.

En el gobierno, la crisis agudizaba las internas que no paran desde el primer día. Por un lado, existía una pelea personal entre el ministro y Carlos Bolsonaro, que, pese a no tener despacho en el Planalto, manda más que muchos ministros. Antes de la asunción presidencial, el hijo más poderoso se había retirado del equipo de transición peleado con Bebianno, que filtró a la prensa la noticia de que el joven ocuparía la Secretaría de Comunicación, generando una polémica que acabó dejándolo sin cargo.

Por otro lado, como destaca el periodista brasileño Pedro Dória, Bebianno también se había enfrentado a Onyx Lorenzoni, jefe de gabinete, durante la elección de la presidencia de la Cámara de Diputados, en la que Onyx quería voltear a Rodrigo Maia, que acabó venciendo, y Bebianno lo apoyaba. El bloque del PSL estaba dividido y trascendieron prints de un grupo privado de WhatsApp en el que otro de los hijos presidenciales, el diputado Eduardo Bolsonaro, se peleaba con otra diputada oficialista y se decían de todo. Cada ministro jugaba para uno u otro bando en una elección que definiría quién iba a presidir la cámara baja, sin que quedara claro a quién apoyaba el presidente.

De acuerdo con el diario O Globo, el (¿ex?) ministro le dijo a un aliado que el presidente está loco y es una persona peligrosa para el país. “Perdí la confianza en Jair y tengo vergüenza de haberle creído”, dijo también, y admitió que debería pedirle disculpas al país por haber hecho posible su candidatura, cediéndole su partido para registrarla en la justicia electoral.

Ya virtualmente fuera del gobierno y luego de que trascendieran sus declaraciones incendiarias en los medios de comunicación, Bebianno fue abordado por periodistas cuando salía del hotel donde vive y, sin negar nada, dijo que “ahora es hora de enfriar la cabeza” y prometió que hablará en público “en unos días”. ¿Una nueva amenaza? Parece mentira, pero hace apenas un mes y medio que llegaron al gobierno y aún les quedan casi cuatro años.


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