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Política Opinión
Los dos peronismos
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Viernes, 3 de mayo de 2024

Paso de los Libres (3-5-24): El Justicialismo Libreño en los años 90 gobernó diez años la ciudad. La actual etapa del peronismo gobernando la comuna, con la conducción de Martín Ascúa, lleva su séptimo año. Varias son las diferencias entre los distintos ciclos políticos, las formas de liderazgo, el vínculo con el gobierno nacional, el rol del Partido Justicialista, las internas partidarias para dirimir candidaturas, y la configuración de las alianzas para alcanzar el poder y lograr gobernabilidad.
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Dos etapas de hegemonía política, tuvo el peronismo Libreño en la historia contemporánea.

Una que arrancó en 1991, Fernando Lahoz fue intendente, por aquél entonces bajo la conducción política en el PJ, del dirigente Ángel Francisco Pardo.

Ese ciclo duró hasta el año 2001, cuando el Partido Justicialista cae derrotado en manos del candidato del PANU, Rubén Eduardo Verón.

En ese transcurso de diez años, Fernando Lahoz gobernó desde 1991 a 1993 (antigua Carta Orgánica Municipal-período de dos años), luego le siguió Matías Eduardo Sanabria por dos períodos ya de cuatro años (1993-1997) y (1997-2001). Cabe destacar que los dos últimos años de Sanabria, los completó como Comisionado Interventor, designado por la Intervención Federal de Ramón Mestre y luego ratificado por Oscar Aguad.

Martín Ascúa, recuperó el municipio para el peronismo en el 2017, tras dieciséis años de frustrados intentos.Si logra retener la comuna el próximo año (Ascua no podrá ser reelecto), el peronismo se encaminaría a doce años de poder.

Varias son las diferencias entre estas distintas etapas.

La primera es que en los 90’, la marca del Partido Justicialista era poderosa. Eran tiempos de la partidocracia. El Partido Justicialista corría solo en las elecciones locales, a excepción de 1989 que se constituyó el FREJUPO (Frente Justicialista de Unidad Popular), pero eso sería parte de otro análisis.

Recién en 1997, “Martillo” Sanabria quien iba por su reelección, concretó una alianza con los otrora adversarios Partido Liberal y Partido Autonomista, cediéndoles el primero y cuarto lugar en las listas de concejales, para asegurarse el triunfo electoral. A la luz de los resultados, la estrategia fue la correcta. El justicialismo logró retener el municipio.

Hoy sería impensable que el PJ concurra solo a una elección. Son tiempos de coaliciones amplias, la necesidad de tejer alianzas se convirtió en imperiosa, para llegar al gobierno, tal como lo demuestran las últimas elecciones comunales. Esas alianzas electorales, luego tienen el desafío de dar gobernabilidad.

La segunda diferencia es que en la década peronista del 90, hubo cuatro elecciones internas para dirimir no solamente la conducción partidaria, sino también las listas de candidatos a concejales que competirían después en las elecciones generales. Esas compulsas electorales fueron en 1993-1995-1996 y 1999. En todas las elecciones internas se impuso ampliamente el oficialismo partidario a excepción del 15 diciembre 1996, cuando se dirimieron las fórmulas a intendente y vice, que deberían competir al siguiente año. El binomio oficial Sanabria-Waldovino logró vencer ajustadamente a fórmula opositora interna Garavano-Vargas (apenas por 48 votos). Una tercera lista la encabezó Benito Pont.

Las elecciones internas eran una gimnasia constante en el peronismo de los años 90 y le daban musculatura política.

Desde el 2009 el Justicialismo Correntino no recurrió más a internas para dirimir sus diferencias, es decir Ascùa nunca tuvo que sortear una interna, ni su liderazgo fue disputado electoralmente por alguna vertiente peronista. Por lo visto hasta aquí, y de cara al futuro inmediato, con el Partido intervenido, no se vislumbra internamente un escenario conflictivo, lo que no significa que en el PJ no existan otros sectores críticos a la conducción.

Otra diferencia, es que gran parte de los diez años de gobiernos justicialistas locales (Lahoz-Sanabria), fueron con viento a favor, en un contexto de gobierno nacional del mismo signo político, gobernaba el país Carlos Saúl Menem. Ello implicó un vínculo más directo y sólido con nación durante ocho años. Los dos últimos años de gestión justicialista local (1999-2001) gobernó la Argentina, el radicalismo (Alianza) con Fernando De la Rúa, pero la relación con el gobierno nacional, pasó a manejarla la intervención federal, que confirmaron a los intendentes en ejercicio (mencionado anteriormente).

Sin embargo, Ascua, sigue gobernando en un contexto nacional de gobiernos alternados (Macri primero, después Alberto Fernández y ahora Javier Milei), manteniendo un vínculo más irregular que en la etapa de los 90. A esto se suma, que en los siete años de su administración municipal, el gobierno provincial en manos de ECO, no lo favoreció. De aquí al próximo año, nada indica que será distinto, a los anteriores.

Por último, y como elemento clave en la naturaleza del peronismo: la cuestión del liderazgo.

El peronismo históricamente siempre fue conducido por un líder o una líder.

En la actualidad, Ascúa ejerce una “conducción política unipersonal”, donde se reserva la última palabra de las decisiones, no solamente concernientes a la gestión, sino en el marco del peronismo. La elección de quien será el candidato del oficialismo comunal el próximo año, pondrá a prueba, no solo el equilibrio y la convivencia dentro la alianza gobernante, sino también su capacidad de liderazgo.

Desde finales de los años 80, y durante la década de los 90, Ángel Francisco Pardo lideró el Justicialismo Libreño.

Pardo manejó la política, y proyectó su figura en el orden provincial (fue Presidente del Consejo Provincial del PJ) y los intendentes justicialistas mantuvieron las riendas de la gestión. Durante el gobierno de Fernando Lahoz, se produjo una especie de “conducción política bicéfala”, que recién hizo crisis, en la siguiente administración de “Martillo” Sanabria, alineándose este último con Pardo.

La incompatibilidad de mantener dos liderazgos en el peronismo, fue paulatinamente socavando su propio terreno.

Los capítulos de desencuentros en el peronismo gobernante de los años 90, serían largos de contar. Las encarnizadas peleas intestinales en el partido, la falta de una elección interna para dirimir diferencias en el 2001, la elección a dedo de los candidatos, y la “desinteligencia” del PJ en no construir alianzas con otras fuerzas políticas, lo llevaron a la derrota y a perder la comuna. El resto es historia conocida.

Por Ignacio Villanueva


Viernes, 3 de mayo de 2024

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