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Derechos Humanos en China
Suicidas de la idea
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Miércoles, 30 de julio de 2008

En China abundan las alternativas al Partido Comunista. Sus iniciadores, idealistas y soñadores confesos, pagan su ingenuo arrojo con largos años de cárcel.

El 28 de junio pusieron en libertad a Zha Jianguo, tras nueve años entre rejas en la Beijing Dier Jianyu (la prisión número dos de Pekín). En 1998, este ex guardia rojo, que en 1968 marchó como voluntario a trabajar siete años a un pueblo de Mongolia Interior del que acabó siendo alcalde, el mismo que puso a su hija el nombre revolucionario de Jihong (Transmisora del Rojo) y mantuvo dos años de duelo tras la muerte de Mao en 1976, ese hombre, fue uno de los creadores del PDC, el Partido Democrático de China, supuesta alternativa al Partido Comunista, que abogaba por la democracia liberal. El procedimiento fue muy sencillo, él y otros se fueron a la ventanilla, registraron la nueva fuerza política y comenzaron a escribir y difundir programas y proclamas. Duraron un año. "Cincuenta miembros de nuestro partido recibieron, en conjunto, 250 años de cárcel", explica Gao Hongming.
A Gao lo encuentro sentado en un banco de teca del plácido parque del Templo de la Tierra, en el norte de Pekín. El banco está oculto entre dos setos. Por el camino, frente al banco, pasa bastante gente, entre ella mariposean por lo menos tres agentes de la policía secreta, dos hombres y una mujer; ellos haciendo footing, ella paseando en chándal y parándose a recoger los frutos de los abetos más próximos para ver si pilla algo de la conversación. El teléfono de Gao, como el de mi ayudante, el mío, y nuestros respectivos correos, está controlado, pero no pasa nada.
Gao, de 58 años, con aspecto de funcionario bonachón, fue puesto en libertad exactamente un año antes que Zha, el 28 de junio del 2007, pues su condena fue de ocho años. Previamente había pasado dos en régimen de laojiao,campo de reeducación por el trabajo - una condena que la policía puede decidir sin mediar juicio- por escribir anualmente cartas a las autoridades recordatorias de la matanza de junio de 1989 en los alrededores de la plaza de Tiananmen.
También fue un partidario de la revolución cultural, aunque no lo dejaron participar, ni ingresar en la Joven Guardia Roja por sus "malos" antecedentes familiares. A la pregunta de si hay algo en común entre sus impulsos de juventud y su actual posición responde que "la persistencia del idealismo, de los sueños". Todo lo demás es diferente. Admite que Mao tuvo aportaciones positivas, fundó una nueva China, pero en lugar del oficial 70% positivo, 30% negativo con el que las autoridades se refieren a su legado, él cree que el 70% o el 80% fue negativo, y que habría que criticarle más. Gao apoya la celebración de los Juegos de Pekín, está en contra de las llamadas al boicot formuladas por otros disidentes, pero está a favor del derecho de solicitar el boicot. Lo mismo ocurre con Tíbet: es partidario de la unidad de China, pero apoya el derecho del Dalai Lama a pedir más autonomía. La política de planificación familiar le parece bien, "pero sin coacción". Condena la guerra de Iraq.
Gran parte de los miembros del Partido Democrático de China huyeron al extranjero, así que hoy el grupúsculo se divide entre los de fuera y los de dentro. Los de fuera quieren "acabar con la dictadura de partido único". "Nosotros abogamos por la separación de partido y gobierno", algo más matizado, explica.
¿Es bueno el procedimiento suicida de desafío frontal que eligieron? "No es una cuestión de procedimientos, crear un partido es un derecho, el país está bajo la dictadura de un solo partido, y claro que es peligroso, pero hay que hacerlo", responde. Le pregunto por lo peor de su estancia en la cárcel y explica que las verduras no eran frescas, los fideos eran malos y sólo había carne los domingos, pero que en los últimos diez años las condiciones han mejorado. Por ejemplo, ha subido la asignación de 127 yuanes (12 euros) por interno y mes para comida, que era muy poco. ¿Violencia física de los guardias contra los presos o entre presos? "Cuando alguno desobedece, pueden llevárselo a una habitación y someterlo a presión física y malos tratos, pero entre los presos la relación es normal", dice. Comparado con los testimonios de torturas que han llegado de los detenidos por la reciente protesta de Tíbet, la situación en la prisión número dos no parece dramática.
En China, el número de presos políticos suele ser estimado en unos diez mil. Los disidentes frontales son muy pocos, pero sus historias políticamente suicidas son considerables. En 1998, un grupo de campesinos del municipio de Chongqing creó la Columna del Sudoeste del Yangtsé del Ejército Chino Anticorrupción como alternativa al Partido Comunista, igual que el Partido Democrático Chino. Algunos de sus iniciadores cumplen condena de 12 años y tres de ellos (Yang Jiahua, Xiang Xingheng y Luo Haiyuan) se beneficiaron de reducciones por buena conducta.
En 1991 varios activistas fundaron en la provincia de Henan el Partido Comunista Chino Marxista Leninista Pensamiento Mao Tse Tung, declarado adversario del "corrupto y degenerado" Partido Comunista gobernante. Cuando comenzaron las detenciones, el partido ya contaba con 2.800 seguidores en los alrededores de la ciudad de Dengfeng. Sus dirigentes recibieron sentencias de hasta quince años. Uno de ellos, Wang Wuzhou, aún está encarcelado, mientras que otros dos condenados a diez años fueron puestos en libertad en el 2006 y el 2007, informó recientemente la fundación Dui Hua, una organización de San Francisco que observa la situación de los presos en China de forma efectiva. Según sus estimaciones, unos cien presos recluidos por crímenes cometidos durante los disturbios de 1989 han pedido al Gobierno que declare una "amnistía olímpica".


Miércoles, 30 de julio de 2008

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