Corrientes (30-9-25): Se va Gustavo Valdés. Termina su mandato. Y como todo final, deja un sabor raro: ni dulce ni amargo, más bien agrio. Porque si bien no hizo un mal gobierno -según los que miden con encuestas y no con ollas vacías- se va con luces y sombras. Y las sombras, en Corrientes, pesan más que el maquillaje.

Por Willy Oviedo

Se va el gobernador que manejó la pandemia como quien reparte barbijos en una fiesta. Un negocio redondo para unos pocos, mientras los hospitales colapsaban y los pueblos se conformaban con promesas y piedritas.

Se va el que, cuando ardía el monte y se inundaban las casas, estaba en Punta del Este, y decidió seguir veraneando.

Porque el fuego no quema desde la reposera. Cuando el país buscaba a #Loan, también estuvo en Punta del Este, acompañado.

Se va el que convirtió la obra pública en una pasarela de licitaciones amigas, el que encontró el camino fácil, mientras a los pueblos les tiraban ripio y les decían “TENEMOS FUTURO”.

Se va el que no le fue mal… por lo menos con las jodas, los carnavales y los festivales, donde las chicas son divertidas y los problemas se maquillan con espuma.

Quedará en la memoria su falta de empatía.

Su fallida incursión en el caso #Loan, donde la justicia brilló por su ausencia y el poder por su silencio.

Quedarán las persecuciones a los que se animaron a pedir justicia.

Porque en Corrientes, manifestarse es pecado, y pedir explicaciones, delito.

Se va la soberbia, se va el gobernador que no bajaba del helicóptero ni del avión oficial. Se va sin poder caminar solo por la calle. Sin custodios, sin escudo, sin aplausos.

Se va el que necesitaba aplausos alquilados para sentirse querido.

El que confundió palmadas con respeto, ovaciones con legitimidad.

Se va el que no caminaba entre la gente, pero llenaba escenarios con aplausos comprados.

Se va el eco, pero no el silencio que dejó, porque los que aplauden por encargo, callan cuando el pueblo grita.

Se va perdiendo el 26% de apoyo en cuatro años, y eso, aunque no lo digan, duele más que cualquier crítica.

Pero no se va del todo, ahora viene su hermano, para continuar con el negocio del Estado.

Para seguir administrando la provincia como si fuera una empresa familiar, y yo no tengo fe, bah… nunca le tuve fe a los chicos de los mandados.

Porque en Corrientes, el poder se hereda, y mientras tanto, el pueblo sigue esperando justicia, caminos de verdad, gobernantes que caminen sin miedo.
Y no helicópteros que sobrevuelen la miseria.
Willy Oviedo

Martes, 30 de septiembre de 2025