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Política - Opinión
Mercedes, cuna de gobernadores, una cuna sin garantía
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Domingo, 8 de diciembre de 2013

¿Hay alguna razón, seria, profunda, que explique por qué en Mercedes todo aquel que amaga oposición termina entre rejas o perseguido?, ¿Hay algo que no se quiere que se descubra o onvestigue?.
Algo no está bien en Mercedes. La seguidilla de extraños episodios, que podrían califi­carse como incidentes de carácter social o institucional, ocurridos este semestre en el Paiubre, obliga a revisar con rigurosidad lo que sucede en la cuna de los últimos gobernadores correntinos. Es indispensable desentrañar lo que se esconde detrás de la fachada en el pago chico del poder provincial.


No es común que se repliquen -sin motivo aparen­te- los escándalos en una comunidad que registra discreto crecimiento demográfico y conserva las ca­racterísticas de un pueblo grande, muy apegado a la parsimonia del ruralismo. Por esta razón, el clima de agitación permanente, lo que deriva en so­focones para actores de determi­nado sector, obliga a descartar el factor de la casualidad y empuja a suponer que se trata de una cau­salidad. En tal caso de una causa­lidad política.

Frente a este cuadro resulta conveniente preguntarse: ¿Son los foráneos, desconocedores de las costumbres del Paiubre los que ocasionan los estropicios? ¿Hay una operación montada por un grupo de perversos empeñados en quebrantar la paz? Acaso ¿son los sátrapas que no escatiman es­fuerzo en busca de mojarle la oreja, una y otra vez, a los mercedeños?

¿Es esto o hay alguna otra razón, más profunda, que explique por qué en Mercedes todo aquel que amaga oposición termina entre rejas o perseguido?

Ayer, el intendente electo de la ciudad, el empresario Víctor Manuel Cemborain, tuvo que prestar juramen­to -a las apuradas en un marco de informalidad- en su domicilio particular debido a los obstáculos que ame­nazan con arrebatarle el cargo que obtuvo en las urnas con el voto mayoritario de sus vecinos. El martes próxi­mo tendría que asumir, pero ese paso está en duda.

En verdad lo que está en duda en la tierra del go­bernador Horacio Ricardo Colombi es la instituciona­lidad. Parece un contrasentido, pero en el pueblo del jefe del Ejecutivo provincial (recientemente reelecto a través de las urnas) no hay garantías para la sucesión democrática. Ergo: no rige el estado de Derecho.

El derrape institucional en Mercedes que pone en riesgo la intendencia de Cemborain, que ya produjo la baja de su viceintendente electo (Raúl Levy se vio obli­gado a renunciar) y que puso en la mira al presidente del Concejo Deliberante, no es el primer bochorno. Ya hubo otros de igual o mayor magnitud.

Un rápido repaso muestra que: un dirigente ruralista, manifiesto critico a la gestión de Ricardo Colombi, ter­minó preso; un cura párroco que se animó a acompañar las marchas populares en reclamo de mayor seguridad pública fue desplazado y retirado a cuarteles de invier­no; un equipo periodístico de un canal de TV detenido por la Policía mercedeña; un candidato a inten­dente de la oposición denunciado y apresado, luego tras imponerse en las urnas fue enjuiciado y con­denado.

Esta sucesión de hechos no pa­rece casualidad.

El desaguisado se completó ayer con un par de actos desopi­lantes. Por ejemplo, el presidente del Concejo Deliberante, Nelson Scheffer, fue citado por la Policía para que explique por qué iba a to­mar juramento al intendente electo. Insólito.

Según trascendió, la Comisaría recibió una denun­cia contra Schaffer por “incumplimiento de los debe­res de funcionario público” y los agentes del orden salieron rápido a buscar al presidente del Deliberativo mercedeño. En ese ínterin, interceptaron a un camión que trasladaba equipos de sonido para el acto de ju­ramento de Cemborain, que estaba previsto realizarse en la plaza principal de Mercedes. El sonidista quedó preso. ¿Casualidad?

A menos que se trate de Trulalá, aquel pueblo de historieta donde el malo del Profesor Neurus y su ga­villa hacían la vida imposible a los demás, lo ocurrido en Mercedes evidencia que las garantías constitucio­nales se han deshilachado.

En el Paiubre hay Policía, pero está flojita -salta a la vista- en el estado de Derecho. No sería tan (tan) gra­ve, si no fuese la cuna del Gobernador. Al hombre, ¿le preocupa lo que pasa en su pueblo?
Norte Corrientes


Domingo, 8 de diciembre de 2013

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