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Seguridad
Denuncian torturas físicas y mentales en la Escuela de Policía
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Lunes, 21 de marzo de 2011

Las imágenes muestran instructores golpeando a cadetes, jóvenes desnudos frente a sus compañeros, ejercicios inútiles para la formación. Hubo varias denuncias y desde la jefatura se estaban analizando cambios drásticos en la conducción de la institución. Tal y como época lo adelantó en por lo menos dos informes realizados en el mes de enero, la situación de los cadetes de la policía provincial es cuanto mínimo denigrante y completamente fuera de cualquier estructura de formación para las fuerzas de seguridad.

Un esquema castrense de tortura física y mental que viene de los 70, mezclado con imágenes de alto voltaje con cadetes desnudos, recibiendo manguerazos, palazos y caminatas sobre sus espaldas con cuerpos echados al suelo húmedo, son parte de la “rutina educativa” de tan respetada institución que, parece, estaría tan bien diagramada por quienes la conducen que hasta los vinculan con algunas de estas prácticas desagradables.

En la última década, el imparable crecimiento demográfico de las ciudades y pueblos de nuestra provincia trajo de la mano su peor cara, la inseguridad. Para ello, las fuerzas de seguridad debieron ampliarse, equiparse y adiestrarse en la lucha contra el crimen organizado.

En muchas provincias se ve a otro policía en las calles. Con más llegada social, preparación mental y física y con un conocimiento sobre los códigos penales y leyes, para lograr efectividad en la tarea. En Corrientes parece que los directivos de la Escuela de Policías intentan sacar a la calle a jóvenes armados y formados a base de “raneos” y degradación mental y física.

Si bien mucho antes del mes de enero familiares de los cadetes ya habían denunciado abusos, no fue sino hasta que se implantó el régimen de internado el 10 de enero de 2011 que la situación para los casi 100 aspirantes a suboficiales y oficiales se desmoronó por completo.

El nuevo organigrama para la formación de los hombres y mujeres encargados de la seguridad pública, pensado y diagramado por el propio jefe de la Policía comisario general Juan Alfredo Ojeda, que prevé funcionarios con mayor llegada social y amplitud cognitiva, no es respetado en lo más mínimo por el comisario inspector Fausto Domínguez, director de la Escuela, y mucho menos cuidado en los detalles por quienes tienen al mando la formación en el campo de los futuros policías, como el sub comisario Romero, su hermana la oficial principal Mercedes Romero y el oficial Biestro Mendoza.

Ejercicios físicos de madrugada, también bajo el sol de la siesta y con más 40º C, además de manguerazos masivos en los baños, fueron la iniciación de esta etapa, que como era de esperarse trajo sus consecuencias cuando sanatorios privados y hasta el hospital público debieron recibir a varios cadetes deshidratadas, intoxicados por la pésima alimentación que reciben y hasta con heridas musculares gravísimas e irreversibles, producto del “programa físico” que pareciera que hasta permite a los superiores caminar con sus borceguíes puestos sobre la espalda de los cadetes hasta herirlos en sus columnas y costillas, siempre bajo la arenga constante.

Metodologías de ejercicios formativos que sólo caben en la cabeza enferma de quien las practica.

Época tuvo acceso exclusivo en las últimas horas a una serie de videos y fotografías tomadas, no sólo por familiares sino también por muchísimos vecinos y el propio personal interno de la escuela, quienes vienen denunciando esta metodología de deformación policial, que sólo apunta a sacar resentidos sociales, personas denigradas, lastimadas y violentas a proteger nuestra seguridad.

Imágenes tomadas dentro de la institución durante uno de los rituales degradantes y desde los tejidos externos y luego de horas de guardias periodísticas en las adyacencias.

Imágenes fuertes

La prueba es más que contundente y si bien las imágenes no especifican la fecha exacta de algunos de los videos, quienes suministraron los mismos aseguran que fueron tomados recientemente.

En uno de los videos se puede observar a medio centenar de aspirantes masculinos completamente desnudos, con sus cabezas rapadas y hacinados en un pasillo de no más de 1,50 metros de ancho por 7 metros de largo y bajo 5 duchas intentando tomar un baño. La duración es de más de 17 minutos y a lo largo de ella se puede apreciar como los jóvenes se deben bañar con chorros de agua, presuntamente helada, que salen de mangueras sostenidas por los superiores.

Superiores que, además, sostienen varillas de por lo menos un metro con la que golpean a los cadetes y los obligan a arrojarse al suelo para realizar flexiones de brazos, todo esto mientras se intentan bañar. Como si esto fuera poco, uno de los “instructores” comienza a caminar sobre las espaldas desnudas y mojadas de los cadetes que yacen en el piso. Todo este contexto bajo la atenta mirada de otro grupo de cadetes e instructores que observa desde las puertas abiertas y hasta filma con celulares. De hecho, estas imágenes pertenecen a una filmación de celular.

En este mismo video pero en otra etapa se puede ver como los cadetes son sacados en horarios nocturnos y parados durante un largo período en el patio central de la institución.

Familiares de los cadetes refirieron, en más de una oportunidad, que los superiores de la Escuela los despertaban de madrugada y los hacían “ranear” por un largo rato, después los mandaban a la cama y repetían este tipo de ejercicios de vez en cuando.

Otra de las filmaciones demuestra como un importante grupo de cadetes se mantiene por varios minutos en el patio central durante una jornada calurosa, bajo el rayo del sol. Uno de ellos no resiste el ejercicio, cae y es obligado a “ranear” en el pozo.

“El pozo”, como lo llaman muchos de los cadetes, es una zona del gigantesco patio de la Escuela de Policía, donde los matorrales suelen estar sumamente alto, a propósito, para que desde afuera no se pueda apreciar el sometimiento al que son víctima muchas veces los futuros policías.








Evidencias que duelen

Estas dos secuencias de video son sólo parte de un gran registro que pudo hacerse un grupo de padres de cadetes, quienes ya habían denunciado estos hechos ante el Ministerio de Gobierno y Justicia, pero pese a ellos nada cambió.

Evidencias que sólo demuestran la incapacidad de quienes tienen en sus manos la formación integral de los hombres y mujeres que deberán velar por la seguridad de la población.

También el propio ministro de gobierno y justicia, Gustavo Valdez, estuvo en una oportunidad en la escuela, casualmente luego de los informes de este diario y, según dejaron deslizar los propios tutores y fuentes internas de la institución, entre otras cosas habría dicho “el tejido es bajo, pueden salir por ahí si no les gusta, o por la entrada que es bastante grande”. Sin dudas un comentario poco feliz para una situación que requiere políticas extremas de contención y cuidado de hombres y mujeres que deben salir a proteger al ciudadano común.

No cobraron las becas

Otro dato llamativo y no menor en la cuestión es que ninguno de los aspirantes a policía ha cobrado, desde su ingreso hace un año, la beca prevista en los reglamentos policiales.

Este beneficio alcanza a por lo menos 80 de los 100 aspirantes a oficiales y rondaría una suma estimativa de entre 900 a 1.200 pesos en efectivo que tiene retroactividad al momento en que son considerados cadetes a través de un decreto gubernamental. Este paso, este dinero, es el que todavía no habría sido efectivizado y, según la información a la que tuvo acceso época en las últimas horas, todavía estaría dentro de la “justicia administrativa” resolver la situación de cadetes, quienes están dentro de la Escuela de Policía.

“Muchos de estos chicos vienen del interior y el único dinero que tienen para moverse en la capital correntina es esta beca, si no la cobran no tienen para comprar sus elementos personales, tales como ropa, jabones, desodorantes”, explicaron algunos de los familiares.

“Quienes enviamos a nuestros hijos a la Escuela de Policía confiamos en que la institución no sólo los formará correctamente sino que también los cuidará, pero esto no sucedió en los últimos meses”, concluyeron los familiares de los cadetes.

Deshidratados, intoxicados y lesionados

En los dos informes anteriormente publicados por época dábamos cuenta de por lo menos una veintena de cadetes que debieron ser internados por la grave deshidratación y lesiones físicas, como consecuencia del sometimiento a un rigurosísimo cronograma de actividades completamente fuera de programa de formación. Ni hablar del pésimo estado de salud, debido al mal estado de la comida que ingirieron durante muchos meses.

Fuentes internas y los propios familiares indicaron a época que “algunas cosas han cambiado en las últimas semanas y luego de la presión mediática que se ejerció. Mejoraron la comida y hay menos “raneo” que antes, pero el hostigamiento mental continúa y parecería que el ensañamiento con algunos de los cadetes también sigue en pie, sobre todo con aquellos cuyos familiares hemos venido reclamando y denunciando estos hechos”, relataron.

En referencia a la comida, los directivos de la escuela llegaron hasta interceptar el camión que traía el alimento a los cadetes debido a la presencia de inspectores de bromatología en la Escuela y para evitar que lo que se les daba para comer delatara el mal accionar de los mismos. Esto llegó a conocimiento del mismo jefe de policía y de allí algunas cuestiones fueron cambiando. En las últimas semanas también se colocaron cámaras de seguridad en distintos puntos de la institución que son monitoreadas desde la propia Jefatura de Policía y el Ministerio de Gobierno, para supervisar los trabajos que se vienen llevando adelante en la institución.

En definitiva, la formación en la Escuela de Policía no fue la que se diagramó y las consecuencias seguramente se verán en un futuro cercano. (Época)




Lunes, 21 de marzo de 2011

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