En Corrientes volvimos a tocar fondo. Nos retrotrajimos a épocas medievales en materia de situación socio-política. Lo provocó la progresiva degradación de los derechos del pueblo.
Lo ideó el gobernador Ricardo Colombi y su gabinete, y lo llevan a cabo sus funcionarios. Cada vez más déspotas, cada día menos dignos de representarnos, cada hora con menos derecho de gobernarnos.

Volvimos, nunca mejor utilizado este sinónimo de pasado. ¿Recuerdan el slogan de sus primeros cuatro años de gestión: “Algo está cambiando en Corrientes”? ¿Y el de su campaña a gobernador en 2009: “Vuelve Ricardo”? Acaso aseverando que el proyecto de elevar los índices de pobreza y de mortalidad infantil; la deuda pública y la impunidad para los corruptos del gobierno anterior y los de la intervención y sus socios, había empezado hace 11 años, el 10 de diciembre de 2001. Y que, truncado por la irrupción de su primo Arturo Colombi en el poder, regresaba vanidoso con la misma receta bajo el brazo. Pero esta vez el nefasto cambio fue más profundo: cinco mil trabajadores a la calle; precarización del empleo y privatización de los servicios; persecución a los delegados sindicales y a las organizaciones sociales; eliminación de las políticas de vivienda; la entrega de nuestro Iberá y de la tierra a empresarios inescrupulosos y demás privilegios repartidos a un séquito de malversadores de fondos estatales.

Y cuando pedimos dialogar como trabajadores, se nos cerraron siempre las puertas. Cuando quisimos criticar como sociedad se nos agravió como si fuéramos salvajes; y cuando intentamos resistir como pueblo se nos reprimió como a las bestias. Finalmente, cuando empezamos a actuar (paros, movilizaciones, corte de calles, protestas de ambientalistas, rechazo al endeudamiento y demás reclamos), se nos da la espalda.

¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo se traduce el mensaje? La falta de respeto por las instituciones y las personas es tal que, según los ministros de Ricardo Colombi, la mujer correntina que cobra una asignación mínima para poder afrontar un embarazo es una prostituta que se entrega por dinero. El correntino desesperado que toma un terreno para poder armar su casa es un “oKupa” malintencionado y que recibe órdenes de lo oposición, y cuando más de la propia presidenta de la Nación. El legislador que pregunta el para qué de un crédito que nos hará arrodillar ante la especulación financiera internacional por 20 años o que se rehúsa a aceptarlo es un traidor y un ignorante. El delegado sindical que reclama por los derechos laborales es despedido o trasladado, y sus compañeros son amenazados y amedrentados y- lo insólito-, encerrados bajo llave, como humillaron a dos jovencitas becarias de Desarrollo Humano que cobran sueldos miserables.

Para Ricardo Colombi y sus funcionarios el secretario general de un gremio que vela por los trabajadores es un “inútil que no representa a nadie” y la respuesta a sus demandas es “anda a cagar”.

Entonces, ¿quién se siente identificado con este nuevo gobierno que administra los fondos y los destinos de Corrientes con tanta soberbia?

El ¡Basta! es lo que se escucha en todos los sectores que se sienten postergados y pisoteados y esto no es un dato menor.

¿Recuerdan como comenzó la pueblada de hace 13 años, diciembre de 1999? Casualmente algo parecido al nuevo slogan del Gobierno Provincial, pero más literal. Cuidado señores, la última gota acaba de rebalsar el vaso, el barco de nuestra paciencia se hunde, y ya todos sabemos lo que pasa cuando los correntinos tocamos fondo.



Asociación Trabajadores del Estado

Consejo Directivo Provincia

Miércoles, 12 de septiembre de 2012