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El seleccionado local de Diego no brilló pero venció a Panamá
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Jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando las pautas se exponen con claridad sin perder de vista el objetivo, no importa si se las ejecuta con agentes internacionales o locales. Lo más destacado es que se crean modelos que terminan adaptándose a un trabajo de elaboración. Y cada uno de los componentes pueden ser de gran validez en un futuro cercano. Inclusive, la esencia del proceso conservará su plenitud. Claro está que el proyecto debe ser secuencial y gozar de su evolución para determinar el éxito y el verdadero propósito: en este caso clasificar a la Argentina al Mundial. Y este equipo bien nacional que venció 3-1 a Panamá mostró algunos valores que pueden ser de utilidad en breve para Maradona, el artesano de la magia.

Ni equipo B, ni nada de muleto. Argentina pasó de lo abstracto a lo concreto. Los elegidos por el Diez tardaron, pero no desentonaron. Demostraron que la magia también está presente sin las estrellas que brillan en España, Italia o Inglaterra. De hecho, Bergessio la rompió. El Rolfi Montenegro lució con altura. El equipo tuvo gol, pese a algunas lógicas intermitencias. Tuvo garra sin tener a mano al Jefe Mascherano. Rinaudo se corrió todo y estuvo preciso en los cierres y recuperación. En defensa, sobresalió la labor de Caruzzo, quien tapó los baches de Ferrero y Otamendi.

Luego de un lapso donde la adrenalina aún estaba muy presente en los protagonistas, el elenco albiceleste se acomodó y facturó vía De Federico, quien sentenció a Penedo con un sablazo tras capturar un rebote.

Pero en medio de la fiesta popular llegó el silencio obligado de misa. Barahona sentenció a Pozo con un potente remate. Había que volver a empezar. Fue entonces cuando Argentina, con intermitencia y algunas dudas, comenzó a apropiarse de cada metro, más de guapo que por convicción. Y antes del ir descanso Bergessio clavó un cabezazo seco y letal para hacer estallar al Brigadier López.

Argentina lució mejor en el complemento. Los cambios tempraneros de Diego colaboraron con la causa. De hecho, no fue casualidad que con Papa, Prediger y Fuertes el equipo tuviera un tinte bien ofensivo.

Y terminó paseándose con el golazo de Bergessio sobre el final por esta parte del país sin veda. Diego además encontró en un grupo de jugadores locales respuestas convincentes. Porque el puñado de profesionales que salió a comerse a Panamá también tiene otras ambiciones, que van más allá de las obligaciones en sus respectivos clubes. Todos trabajan y se destacan semana a semana. Y sueñan con futuras convocatorias oficiales. Quieren jugar por lo porotos en las exigentes y cercanas eliminatorias. Quieren aportar su granito para clasificar a Sudáfrica.

Todo terminó funcionando bien. Este modelo argentino no brilló, es cierto. Pero muchos les demostraron a Maradona predisposición. Y que también tienen por delante la misma meta y sueños de sus colegas que militan en el exterior: quieren ir al Mundial. Y tienen sus sólidos argumentos. Sí, de lo nuestro, lo mejor.


Jueves, 21 de mayo de 2009

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