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Política - Opinión
La puja política detrás de la garrafa social logró doblegar a la inflación
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Domingo, 9 de febrero de 2020

Corrientes (9-2-20): La provincia tiene su programa y un concejal del kirchnerismo, Fabián Ríos, salió con su propia oferta. La competencia consiguió lo que parecía imposible. Por muy extraño que pa­rezca, un principio esencial del liberalismo económico que sacraliza el libre comer­cio apoyado en la fuerza natural de la oferta y la de­manda, ha evolucionado con efecto positivo en Corrientes de la mano de un modelo de intervencionismo estatal que subsidia el consumo de un servicio básico para la pobla­ción en esta parte del país: el gas en garrafa. Los seguidores de Adam Smith (precursor de la economía liberal) deberían sentirse plenos, henchidos de orgullo, sin embargo, el éxito les ha sido arrebatado -al menos parcialmente- por una corriente de pensamien­to que está en las antípodas de la filosofía económica. Libre mercado e interven­cionismo estatal, el marida­je no recomendado por los manuales dio sus frutos con una reducción de precios, al menos en el segmento de la oferta subvencionada.

Son las ecuaciones sor­prendentes en una aldea donde casi no rige casi nin­guna teoría convencional, aquí mandan las leyes de la política.

El hecho es que la com­petencia entre dos progra­mas de garrafa social, uno impulsado por el Gobierno provincial, y otro de recien­te aparición apalancado por un concejal de la oposición, consiguió no sólo que los ve­cinos tengan una propuesta variada de gas en garrafa, de conveniencia económica y cercana a su hogar, sino que también logró que los precios experimentaran una baja. Doblegaron a la inflación. “Argentina año verde”, dirían los viejos, apelando a una frase todavía más vieja. Pero, aunque parezca una ilusión es una realidad.

El programa de la Provin­cia, que se canaliza a través del Ministerio de Desarrollo Social, comercializaba hasta enero la garrafa de 10 kilos a $320. A partir de esta se­mana estrena nueva tarifa: $280. Según explicaron, estaba pautada la reformu­lación del precio debido a la baja del consumo durante el verano.

Casualidad o causalidad, la reducción de la tarifa de la garrafa provincial se dio lue­go del lanzamiento del pro­grama “Garrafa para todos” que tiene como mentor al ac­tual concejal y ex intendente capitalino, Roberto Fabián Ríos. La garrafa de Ríos se comercializa a $290. Es de­cir, quedó con el precio más alto, aunque igualmente es sensiblemente más bajo que el valor de venta de cualquier distribuidora.

Una garrafa de 10 kilos, puesta en domicilio por una empresa de gas, supone un desembolso de $480 por par­te del cliente. Los programas subsidiados, que compiten entre sí, opacan ese servicio. La diferencia radica en que los vecinos tienen que buscar el camioncito del Ministerio o del Concejal y ocuparse del acarreo del tubo. El programa de Ríos ofrece una prestación adicional, puesto en domici­lio la garrafa de 10 kilos tiene un valor de $350.

A priori esta modalidad pareciera ejercer una compe­tencia con las distribuidoras que quedan en desigualdad de condiciones. Sin embar­go, en el sector no hay quejas porque evidentemente son las que abastecen esos pro­gramas estatales y paraesta­tales. ¿Cómo se financian? Es la pregunta que no tiene res­puesta. Con independencia de esta incógnita, el punto es que la puja dio un resulta­do inesperado: bajó el precio para el segmento subsidia­do. En el mercado formal las tarifas siguen inamovibles. Son las leyes de un mercado intrincado, estructurado por los estímulos de la política.
Diario Norte


Domingo, 9 de febrero de 2020

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