Por Raúl Itkin
Vuelve a cobrar vigencia de hecho una norma derogada ,“ la circulación del corsario” , y ello en virtud del silencio cómplice e interesado de un sector de la dirigencia que prefiere la obsecuencia paga a la dignidad republicana la que transpolada a un sector de la sociedad, se vuelve muy negativa a los fines de su propio interés dado que la oferta solo se limita a recibir como extra lo que por legitimo derecho le corresponde: cobrar su sueldo (degradado por la escalada de precios promovida por los grupos empresarios vinculados al gobierno) en “termino” luego de la prestación del servicio publico, como si fuera una generosidad del régimen nepotista y no una obligación en retribución a la labor brindada.
Sentados hace años en la poltrona de los fondos públicos, circulando en la calesita del reparto impúdico, con la vista puesta en el horizonte de la pasividad social y amasando fortunas en detrimento de un pueblo que ignora sus derechos, al punto tal, que debe recurrir a hechos denigrantes para la dignidad humana: hallarse a la intemperie para encontrar espacio donde sobrevivir, mendigando trabajo por mezquindades de funcionarios políticos “encompinchados” con empresarios parásitos, que prefieren “distribuir” pobreza, que doblega fácil y al mismo tiempo les brinda pingues ganancias, buscando salud sin otra respuesta que la abnegación del medico y la enfermera, cuando pueden recurrir al hospital o caer en la “curandera” con la “pócima del yuyo” como una salida a la falta de recursos para el medicamento de receta, reclamando “justicia” con métodos odiosos porque la “ciega” es solo ciega para los pobres infelices sin recursos, que si se vuelve “bizca” cuando de bolsillos gordos se trata, o cayendo en la mala senda e ir a parar al deposito de restos vivos donde los “vivos” están del otro lado de las rejas y son los que trafican favores y otras “yerbas” u ocupan esa mano de obra escondida en las penumbras del infierno para fines inconfesables, desde “afanos” hasta revanchas o venganzas, lejos de los “entendidos”, muy lejos de entender que las cárceles deben ser sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas .
Si todo esto es de lamentar por la suerte de la gente, mucho mas desgarrante resulta advertir la sordidez con que actúan quienes “dicen” representar a esa gente.
Sábado, 25 de agosto de 2012